
Es algo interesante la comprobación de este viejo y conocido refrán, alguna vez que lo escuché me di a la tarea de hacer pruebas, hice tres: comenzar a llevar una agenda formal en la escuela, llevar en una libreta un registro de todos los eventos importantes con mis perros y llevar un registro de mis periodos menstruales.
Al principio ninguna fue fácil, implicaba crear un nuevo hábito y ser muy ordenada. Dicen que los hábitos pueden crearse en 21 días pero sinceramente yo descubrí que los registros que fui capaz de llevar por tres años, son los que verdaderamente me permitieron ser capaz de afirmar que pude generar conocimientos útiles y en su respectiva medida, relevantes y trascendentes; en mi primer registro de la agenda escolar pude descubrir que disminuyeron mis desveladas haciendo tarea y aumentaron mis espacios para hacer más cosas que me gustaba hacer, o incluso para hacer "nada".
En el segundo caso tuve la fortuna de poder salvarle la vida a los perritos de Ruphia, una pastor alemán que más que mi mascota era mi mejor amiga... llevaba tres días echada sin querer comer y cuando llegó el veterinario yo no estaba, y mi padre le pidió que el tratamiento que le prescribiera se basara en medicamentos que él tenía para el ganado, porque no estaba dispuesto a gastar dinero en esa perra, mi madre al escuchar ésto y ver lo que le iban a suministrar a Ruphia recordó que yo tenía una libreta donde llevaba anotaciones de todas las intervenciones que le habían hecho a los perros y algunas otras observaciones como fechas de vacunación, desparasitaciones y en el caso de Ruphia, sus celos. Al momento de compartirle al veterinario mis apuntes, él se dio cuenta que la perra estaba a punto de parir y esa era la razón por la que había perdido el apetito, pero por ser primeriza y tener pocos cachorros, no era tan evidente el estado de gestación.

La última de mis pruebas la llevo hasta el día de hoy, y me ha permitido a mí y a mi ginecólogo tomar medidas precautorias importantes para el aprovisionamiento de mi propia salud.
Llevar registros de hechos importantes en la vida de las personas y las organizaciones cobra valor cuando la información provee a quien accede a ella, de elementos para tomar decisiones que den solución a situaciones que de otra manera no hubiera sido posible resolver o que los resultados hubieran sido pobres. El registrar datos relevantes equivale a crear una memoria, a la que autores como Brian Gongol y Ewen llaman "memoria institucional"
Me llama mucho la atención la manera en que Ewen aborda el tema y que ejemplifica a manera de analogía con el "no inventar la rueda cada vez" especialmente dentro de las organizaciones, que más allá de un ahorro evidente de tiempo y esfuerzo, me llevó a comprender que se trata del eficientar del tiempo y talento de los miembros en las organizaciones.
Los atisbos de comprensión que tuve en el estudio de este capítulo y que rescato para mi práctica profesional y mi tema de investigación en este momento, están:
- son las personas las que "hacen la memoria", no la organización
- la memoria institucional se convierte en un conjunto de saberes cuando es compartida y socializada con los integrantes de la organización
- con el paso del tiempo y de las generaciones es natural que la memoria con la que se construyó ese conjunto de saberes, se vaya perdiendo
Me gusta mucho lo que pone en su blog Harold Jarche y que dice:
datos + conocimiento = información
datos + historia = contexto
conocimiento & historia es "personal"
y me gusta principalmente porque me deja claro el sentido que le da la propia experiencia de quien lo cuenta, de quien lo escribe... los datos por sí mismos no pueden crear una memoria, crean bancos de información, crean una acumulación sin sentido... pero en el momento en que se conoce y se experimenta cobra vida y cobra sentido... y todavía más allá de todo ésto, me gusta porque, aunque no lo expresa en el esquema, deja claro el empoderamiento que implicaría esa información vista a la luz de un contexto y luego contrastada a la luz de un nuevo contexto... y creo que es ahí donde la gestión del conocimiento encuentra su razón creativa de ser.
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